Si hay algo que siempre tendremos a nuestra disposición, es nuestra libertad; libertad de ser y hacer. Libertad que se ve regulada por nuestros propios valores, por nuestra propia ética. Pero, ¿cómo se relaciona esto de la ética con el Ser Profesional? Se relaciona, porque el Ser Fonoaudiólogo, es el profesar en base a nuestros conocimientos, es también profesar los valores de la profesión; tales como respeto, empatía, confianza, compromiso, entre otros; y en pos de la mejoría de quien recurra a nosotros en un futuro.
Esta profesión implica una relación con cada niño, con cada adulto, por ende con cada una de sus familias y con todo su entorno más cercano. La terapia fonoaudiológica es el desarrollo de un vínculo con el paciente, es acompañarlo y guiarlo en el camino, a veces nada fácil, de la rehabilitación. Pero más que eso, es alegrarse con sus logros y comprender sus limitaciones, sin encasillarlas.
La fonoaudiología es una profesión que nos habilita para ser terapeutas, donde se crea una relación que puede durar incluso años con el paciente. Por esto, es que es tan importante tratarlo como la persona que es; no se tendrá una patología al frente, se tendrá a un otro, con derechos y deberes. El éxito de esta terapia, va a depender en primera instancia de cómo lleguemos a ese otro, de cómo nos ganemos su confianza y respeto. Cada persona que llegue en busca de ayuda, será una persona diferente; no habrá nunca dos pacientes iguales. Debido a esto es que como futuros fonoaudiólogos, debemos ser capaces de ponernos en su lugar y empatizar con su dolor, más no hacerlo propio.
En fin, crear un balance entre relacionarse con el paciente, pero a la vez ser distante; llegar con un ethos personal sólido al momento de profesar; saber crear este lazo que debe existir para el éxito de una terapia, entre otras cosas, son las características que se deben ir adquiriendo en el camino a este Ser Profesional, las bases para desarrollar nuestro Ethos Profesional.
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